No puedo saltarme días señalados en este blog, y aunque Daniel ya ha nacido, como bien sabéis, quiero contaros cómo fue todo. Un día inolvidable y que revivo a cada momento, emocionada porque es la experiencia más maravillosa de mi vida, de nuestra vida.
El 19 de Diciembre me habían citado para monitores a las 10 de la mañana en el hospital Severo Ochoa. Cuando llegué, en la sala de espera había numerosas embarazadas "a término", como yo. No me llamaron hasta las 11.30. Y encima, además de que Dani tuvo que esperar fuera y solo podíamos hablar por wasapp, yo no me encontraba bien. Estaba nerviosa, tenía ganas de ir al baño y no quería ir por si me llamaban justo en ese momento (ley de murphy).
Pero lo "peor" llegaría después.
Me pasaron a monitores y estuve una media hora con un cinturón envolviendo mi tripota y escuchando los latidos de mi pequeñín. Era increíble cómo latía.
Cada 5 minutos entraba una enfermera para comprobar mi tensión y la hoja de registro donde se anotaban las contracciones. Según la enfermera, estaba teniendo muchas contracciones seguidas y asombrada me preguntó: ¿No las sientes?
Yo no sentía nada. Solamente tenía ganas de ir al baño y estaba aguantando como una campeona. Me dijeron que las contracciones menos dolorosas se pueden confundir con ganas de ir al baño, pero yo os aseguro que aquello no eran contracciones. Podía dar a luz en ese momento, pero estaba convencida de que no iba a ser Daniel quien saliera.
Bueno, no quiero ser bruta ni soez. El caso es que no sentía las contracciones que se producían en mi útero y eso a la enfermera le extrañó un poco, porque eran muchas y muy seguidas.
Habló con otra enfermera y las dos estaban de acuerdo en que tendrían que hacerme un tacto vaginal y que debía pasar a la consulta a que me miraran.
Salí y se lo conté a Dani. Se tenía que ir a trabajar pero no quiso moverse de allí hasta saber si me tenía que quedar ingresada o no. Yo cada vez me encontraba peor de las tripas...
Al minuto me llamaron y todas las chicas que habían pasado a monitores antes que yo, seguían esperando en la sala, también para hacerles un tacto vaginal, pero, y todavía no sé el por qué, el mío era de urgencia.
Me tumbaron en una camilla y me realizaron el tacto. La ginecóloga me dijo que estaba de 2 cm y yo no dejaba de pensar que si seguía haciéndome aquello que me estaba haciendo, podía llegar a morderla un ojo. Era un dolor insoportable y mi malestar fue en aumento.
Las enfermeras que anotaban cosas nuevas en mi informe comentaban entre sí que habría que ir "echando" a las mujeres que ya habían dado a luz en días anteriores (Uff, de hoy no pasa). Me dijeron que estaba todo bien y que si no me ponía de parto esa semana, tendría que volver a su consulta el día 28 de Diciembre. ¡Qué horror!
Menos mal que allí no volvería...
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