Ya se va acercando la fecha. Dani y yo estamos cada vez más emocionados. Tendríais que verle.
Ayer estuvimos ultimando algunas cosas en casa, haciendo hueco, y deliverando dónde irá cada "artículo de primera necesidad" de Daniel. Ayer, sí, sí... ¡Ayer!
Como padres primerizos (o ignorantes de la vida) todo comenzó el jueves por la noche, después de cenar, sentados en el sofá, pensando que ya quedaba menos para ser tres, para comenzar a formar una familia, (qué ilusión me hace decir esa frase); por lo que este fin de semana iba a ser ideal para montar la cuna y traernos el carrito a casa ya que han sido los abuelos quienes han estado guardándolos estos meses.
La cuna estaba claro que iba a estar en nuestra habitación, pero ¿el carro? ¿dónde íbamos a meter el carro cuando no lo utilizáramos? Ay, Dios mío, y nos asaltan estas dudas ahora...
Nuestra casa tiene dos habitaciones. La habitación de matrimonio es bastante amplia, pero la otra no lo es tanto. Tiene una cama y siempre está llena de ropa para planchar, el abrigo que tenemos al uso, muñecos y tonterías varias, y un escritorio con el ordenador desde el que escribo.
Ya sabéis que estamos de paso en este piso y que para nosotros dos, esta habitación ni fú, ni fá. Intentamos tenerla limpia, pero siempre hay cosas que hacen que no dé esa sensación y como he estado de baja desde Octubre, me he dedicado a tenerla ordenada pero el viernes nos dimos cuenta que el orden no era suficiente. ¡¡¡Hacía falta espacio!!!
Pensamos en varias posibilidades: La cama es solamente un somier. No tiene cabecero ni nada. Pues ya está. La metemos debajo de la cama de matrimonio. ¡Error! Las patas de la cama de matrimonio nos impiden llevar a cabo esta primera genial idea. Pues... la levantamos y la dejamos horizontalmente pegada a la pared y sin desatornillar las patas para que no venza hacia nosotros. ¡Nada! La verdad es que tampoco te quita tanto y te da mucho trabajo porque detrás sería un gran nido de polvo que iba a tener que limpiar casi todos los días. ¡Ya está! Lo forramos todo de plástico y lo ponemos de pie en la terraza, en la esquina; ahí no molesta. ¡Tampoco! el ancho de la terraza es menor que el de la cama y si encima le ponemos plástico, peor aún.. y además, va a ser un lío cuando tenga que tender la ropa. ¡Qué no, qué no!
Por fin dimos con la solución: el abuelo Paco.
Dani le contó por teléfono lo que estábamos haciendo y a la media hora se presentó en nuestra casa, revalorando nuestras ideas y dando otras. ¿Llamamos a nuestro casero y que se la lleve? No. Nos queda un par de meses en este piso, si todo va bien. ¿Pa'qué molestar? Eso habría que haberlo pensado antes (como con esto, que se nos ocurre 10 días antes de salir de cuentas... ¡bravo!).
- Me llevo la cama. - dijo Paco. La guardaría en el garaje y santaspascuas. Y así fue.
Dani le ayudó a subirla al coche y yo fregué la habitación hasta dejarla impoluta. A la hora de comer, ya tenía espacio suficiente para meter todo lo que quisiéramos en la habitación.
Hoy montamos la cuna y mañana traemos el carrito. Pero ya está todo limpio y desenredado. Así estoy ahora: sin nada que hacer, esperando a Dani para irnos a casa de mi madre que nos ha invitado a comer un buen cocido, perfecto para este día tan fresquito.
Y digo yo:
¿¡Qué sería de nosotros sin los abuelos!?
Son los mejores...